miércoles, octubre 08, 2008
Obra Maestra. Sobre un texto de Giorgio Manganelli (Hilarotragedia)
Era su obra maestra.
Le había dado forma día a día, forjado con razón y orden cada gesto, cada sonrisa, cada lágrima.
Era su obra maestra y no había nada más que perfeccionar.
Pasarían los años y ella actuaría como él quisiera, bajo el signo del raciocinio más estricto. Ni un ápice de personalidad.
Era su obra maestra y con ella estaba...razonablemente solo.
Ruth, oct. 2008.
miércoles, mayo 21, 2008
Alfredo Piquer. Al vent
Aquella fue realmente una época fúlgida
sembrada de ilusiones y proyectos y sueños.
Una generación entera constataba la inercia
de la España caduca sesgada y sometida.
Yo fui uno más, quizá atemorizado
hijo burgués de familia católica
al que dijeron que los hombres son iguales,
la dignidad humana la mas alta,
la inteligencia y la cultura los valores,
el amor, la esperanza: las premisas del mundo
y que creyó firmemente aquel mensaje.
Romántico? De sobra, por fortuna.
Pero acusadme solo de haber sido estudiante
en los últimos años del franquismo.
Sensibles como poetas a los vientos del pueblo
que llevan y que arrastran
Empezamos a oir que era Mayo en París;
que en el puente de Carlos tenía Praga
un horrísono estruendo de cadenas de carros
de combate aplastando amapolas;
y en el cañón de los fusiles portugueses
brotaban los claveles como anuncios
de libertad bella y apasionada.
Profesiones de fé cantares emotivos
que hablaban de no vender el alma
jamas, aunque fuese mas fácil,
encontrar en el mar las rosas anheladas.
Éramos estudiantes, de vocación traperos,
tal vez titiriteros, como Serrat algo poetas,
dispuestos a tirar tu por aquí yo por alla,
y hacer caer la estaca y podernos liberar.
Y el poeta fue él, bajando estrellas rojas
al firmamento negro de la boina
y del pelo crecido de heróico gruerrillero
y a un diario escrito allá en la sierra alta
de Bolivia, allí y aquí dejándonos su clara
su entrañable presencia, comandante,
hasta la victoria siempre, comandante.
Y eran simples y hermosas las máximas
del presidente Mao en el librito rojo
pasado en la frontera escondido en la ropa
Por la curva del “edificio B” a Filosofía
bajan los “zetas” infestados de “grises”
David multiplicado, la trenca y la bufanda
larga y negra con la franja azul claro
desde escasos tres metros lanza eficaz la piedra
directa al parabrisas del Goliat metálico.
Por la curva del “edificio B” en Filosofía
aguantando a pié firme, inamovibles
con la piedra en la mano
el galope veloz de los caballos
aquellas porras largas de temor y de saña.
Esparcidos por tierra los apuntes, los libros
de Anatomía, de Poesía, de Historia
Latín, Filosofía; derribados por tierra
los libros de Aranguren o de Herbert Marcuse.
Desalojábamos las asambleas, los cantos,
las cajas rasgueadas de las viejas guitarras
inquiriendo respuestas que aun flotaban al viento.
Roja la propia sangre, la de los compañeros
también ensangrentados cuando las gruesas puertas
de cristal del hall se desplomaron
por la presión y el miedo reducidas a añicos.
A la carrera; detrás el terror cierto
de los grises, los golpes y las detenciones;
salvando terraplenes de inexplicables saltos
como teniendo alas allá en la Complutense.
Y las porras cebándose por un mísero sueldo
de los esbirros ciegos , los perros del sistema
siempre los perros , de gris, azul o sepia.
Sin importarles cual, los perros del sistema.
Antes Julian Grimau, despues tú Enrique Ruano:
el día que la político social subió a tu casa
tenías previsto casualmente el suicidio.
Volaban también por las alturas los obreros
de Standard Eléctrica y Marconi
muertos por disparos efectuados al aire.
Del abrigo de Pedro Sanchez, amigo y compañero
surgieron los panfletos contra Nixon
donde paraba “el F “ en Reina Victoria.
Le detuvieron los “sociales”, sabeis lo que era eso?
De la melena rubia le agarraban para tumbarle al suelo
en Sol, la D.G.S., y entre una y otra patada
alguno le decía: “tu madre es una puta, ayer me la he tirado”
No os exagero nada. Aunque cuento tan solo
personales y pequeñas anecdotas.
Quizá por pocos años no vivisteis aquello.
La experiencia consciente de la época
todavía cercana que hoy vuelve a la memoria
en los que era arriesgado charlar sobre política,
y el acorazado Potemkim atracaba en un piso
escondido en un proyector de dieciseis milímetros.
Fue el tiempo de la fé, la fé en el hombre
La justicia social, la igualdad y el progreso
La paz entre los pueblos, el tiempo del espíritu,
que late aun como rescoldo vivo
en la memoria, el corazón, y el sueño.
Quién hubiese siquiera sospechado
tras las banderas tan brevemente enarboladas
este otro tiempo de regresión oscura
a la prebenda, la clase, el privilegio;
este tiempo terrible de opresión y de guerra,
de genocidio , de tortura en masa,
la despiadada “razzia”, desatada y salvaje,
el saqueo voraz, furor capitalista ,
la prepotencia cínica de los poderosos
de los depredadores campeando a sus anchas,
la revancha falaz, reaccionaria de la derecha infame.
Y aunque ni el mismo Esquilo dé fé como testigo
no muere aun la ciudad arrasada;
caida Atenas pero vivos sus hombres,
palpitante en el alma aun el proyecto
irrealizado de solidaridad y de justicia.
Sensibles como poetas a los vientos del pueblo,
el rostro al viento, los ojos, las manos, el corazón
al viento de juventud, sincero, ilusionado,
como sangre renovada de la historia del mundo
Todavía son rojas nuestras rosas
son rojas nuestras venas, nuestra sangre
encendida, son rojos nuestros sueños.
Para poder pisar las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada
Y resistir otra vez este taimado asalto,
calado el casco y en la mano el arma,
como Allende lo hizo en la Moneda.
Y si levanto el puño cuando entono
aquellas viejas canciones de combate,
profeso la poesía y la esperanza,
rechazo el desencanto que os hace estar de vuelta,
el pragmatismo que ha roto vuestros sueños;
y aun siendo mas ingenuo cada día,
para escribir los versos que son mas necesarios
me queda la memoria aun incorrupta
y la impronta en el alma
de aquella juventud generosa y rebelde,
ya nunca derrotada.
Alfredo Piquer.
(Escrito bajo el gobierno Aznar)
domingo, abril 27, 2008
La poesía es un arma cargada de futuro
Gabriel Celaya. LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Gabriel Celaya, Cantos Iberos, 1955
Paco Ibañez canta
jueves, marzo 27, 2008
NY
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que saben comprender con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
Federico García Lorca 1929
lunes, febrero 04, 2008
El Mar
Alfonsina Y El Mar
Ariel Ramirez / Felix Luna
Directo de Mercedes Sosa
Por la blanda arena
Que lame el mar
Su pequeña huella
No vuelve más
Un sendero solo
De pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo
De penas mudas llegó
Hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia
Te acompañó
Qué dolores viejos
Calló tu voz
Para recostarte
Arrullada en el canto
De las caracolas marinas
La canción que canta
En el fondo oscuro del mar
La caracola.
Te vas Alfonsina
Con tu soledad
¿Qué poemas nuevos
Fuíste a buscar?
Una voz antigüa
De viento y de sal
Te requiebra el alma
Y la está llevando
Y te vas hacia allá
Como en sueños
Dormida, Alfonsina
Vestida de mar.
Cinco sirenitas
Te llevarán
Por caminos de algas
Y de coral
Y fosforescentes
Caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes
Del agua van a jugar
Pronto a tu lado.
Bájame la lámpara
Un poco más
Déjame que duerma
Nodriza, en paz
Y si llama él
No le digas que estoy
Dile que Alfonsina no vuelve
Y si llama él
No le digas nunca que estoy
Di que me he ido.
Te vas Alfonsina
Con tu soledad
¿Qué poemas nuevos
Fueste a buscar?
Una voz antigua
De viento y de sal
Te requiebra el alma
Y la está llevando
Y te vas hacia allá
Como en sueños
Dormida, Alfonsina
Vestida de mar.
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