jueves, marzo 27, 2008

NY




La aurora de Nueva York tiene

cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean las aguas podridas.



La aurora de Nueva York gime

por las inmensas escaleras

buscando entre las aristas

nardos de angustia dibujada.



La aurora llega y nadie la recibe en su boca

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños.



Los primeros que saben comprender con sus huesos

que no habrá paraíso ni amores deshojados;

saben que van al cieno de números y leyes

a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.



La luz es sepultada por cadenas y ruidos

en impúdico reto de ciencia sin raíces.

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

como recién salidas de un naufragio de sangre.



Federico García Lorca 1929

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