martes, diciembre 04, 2007

Luis Iberni


HOMENAJE a Luis Iberni. U.C.M Madrid.
Luis Iberni, nuestro profesor


Gabriel Celaya escribió:

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca,
hay que medir, pensar, equilibrar,
y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.


Luis Iberni fue uno de nuestros mejores profesores. Un día llegamos a la Facultad y ya no estaba. En las paredes, un montón de afiches dándole las gracias, echándole de menos, echando en falta sus clases, constatando su ausencia. Inesperada. Llenos los blogs y las páginas de dedicatorias sentidas y cariñosas.
Buen profesor y profesor bueno, Luis establecía su autoridad exclusivamente sobre su conocimiento y la pasión por transmitirlo a sus alumnos, manteniendo permanentemente viva su inquietud y su trabajo por renovar ese conocimiento, ampliarlo, actualizarlo y decantarlo desde la experiencia y la madurez de su criterio. Transmitía a la vez la vocación sentida desde niño, el amor y la pasión por lo que enseñaba, con la humanidad y afabilidad de su trato, valores por sí mismos, pero que además, unidos a su calidad docente, eran las herramientas que atraían y “enganchaban” a los alumnos a la tarea de la enseñanza y el aprendizaje.
Cada clase de Luis era una escenografía, una paráfrasis, una escenificación sentida, pensada e improvisada a la vez, perfecta…, de la música que explicaba. Todos disfrutamos con aquellas maravillosas interpretaciones, viéndole tocar al piano sus obras favoritas al inicio de cada clase, creando así la expectación y el silencio necesarios, y luego, como moderno demiurgo, rehaciendo para nosotros la historia de los gestos y los sonidos y acercando a nuestro entendimiento la semblanza de los músicos, los compositores y los intérpretes, de las grandes divas, los bailarines, los genios del jazz y hasta de las estrellas del pop.
Descubriendo en cada audición una emoción distinta, descubriendo nuevos sonidos y nuevos significados a cada obra. Buscaba nuestras miradas, se emocionaba con su interés, se emocionaba cuando conseguía emocionarnos. Aprendimos que había que tener criterio: seleccionar, escuchar. Selectivamente. Saber seleccionar auditivamente también.
Y nos regalaba entradas para la zarzuela, la opera, para el Auditorio –cómo echaremos de menos encontrarle allí, preguntarle su opinión y charlar de los mejores directores y orquestas que gracias a él pudimos conocer en directo-… regalaba hasta sus discos, deseando compartir su música. La música había de ser transmitida, contada, asimilada, interiorizada, hecha conciencia. Descubrimos su valor cultural, su valor social. Y sobre ella, dijo Luis: “hay que decirlo todo”.
Conocía especialmente la trayectoria de cada uno de sus alumnos, sus intereses, sus inquietudes, sus facultades, las descubría y las fomentaba, por verdadero interés personal y deseo de aprender de ello, fuera impartiendo historia de la danza, crítica musical, o historia de la música para muchos futuros historiadores del arte. Sólo una trayectoria musicológica temprana, vocacional, podía interesarse así por las inquietudes de los alumnos.
Machado afirmó que en cuestiones de cultura y saber, sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da. Luis orientó los primeros textos, notas de conciertos y críticas de muchos de nosotros. Con certero y cercano interés, alentando con las palabras justas, necesarias y reparadoras, para lo que eran y son, -gracias a él un poco menos-, horizontes de duda de recién licenciados musicólogos y doctorandos que necesitábamos una figura de referencia, su referencia, para encaminar las líneas de nuestros textos, para pulir, para saber decir.
Quizá consciente del efecto de su cariño -nunca hubo un rictus extraño o desapacible-, del efecto de sus consejos y de sus frases -“Sigue así”, “qué gran alegría para mí que escribas”, “contigo al fin del mundo”, o “¡Emilio! qué bien escribe esta chica o este chico…”-, mostraba su ayuda desinteresada y constante. Siempre tranquilo, asumiendo su papel docente. La crítica constructiva, positiva, estaba siempre ahí, su ironía inerme, enriqueciendo cualquier conversación con ideas o anécdotas, verdaderamente didácticas. También, había que escribirlo todo: no esgrimir o proferir la crítica fácil, sino construir toda una historia del hecho musical, hacer didácticas las críticas y crítica la didáctica.
Como Ortega, enseñaba y a la vez enseñaba a examinar, a objetivar lo que enseñaba. Sabía que enseñar era enseñar a la vez a dudar de lo que se enseña.
Su mirada analizadora, escrutadora, profunda e inquieta, a la vez amable, reconciliadora, sosegada y sensata, resultó al final imprescindible. Ingenuidad y sabiduría, ingenuidad sabia, sabia ingenuidad, mezcladas en un brillo de entusiasmo; al fondo de aquellos ojos reflexivos que escuchaban de verdad a sus alumnos, que nos escuchaban de verdad.
Su tarea ha sido ingente. Él puso de manifiesto la importancia y la responsabilidad que tienen los poderes públicos a beneficio de la música. También la necesaria simbiosis entre el crítico, el gestor y el responsable de la docencia.
Pero la tarea didáctica de Luis Iberni, su enseñanza, no ha terminado. Porque ahora podemos aprender de sus escritos, sus muchísimos artículos, de su trabajo amplísimo. Cuando algo se hace bien y seriamente tal vez mucho de la propia persona queda impreso, también en el texto, en la crítica, en la columna. El conocimiento de su personalidad, está, desde luego, presente en todo su trabajo. Luis estará siempre en la memoria de sus alumnos. Nos dará clase todavía mucho tiempo, recordaremos sus frases como máximas, como ideas magistrales iluminando de pronto nuestra atención y nuestra reflexión, y por eso nos estará escuchando, como siempre.
Luis: sabemos que entre nuestras continuas dedicatorias, llenas de puñaos de rosas, nos seguirás, seguirás a tus alumnos en su trayectoria, en su mejor homenaje para tí: realizando todos nuestros proyectos, escribiendo –y no quedarán exentas las líneas de tu espíritu crítico necesario –y asistiendo a cada estreno.
Estarás presente en nuestras plumas y en toda la música escuchada, revoltoseando aún entre los mejores directores y orquestas, escucharás La Cara de Dios, allí estarás, en Delantera de Paraíso, – et In paradisum deducant te Angeli-. Con tus aires bohemios y algo inocentes, pero llenos de seriedad, elegancia, perspicaz e incisiva inteligencia, como las melodías de violín de tu Don Pablo. Allí estarás, profesor bueno, descubriéndonos con tu memoria los secretos y las verdades de las mejores y grandes escenas de toda la música del mundo, para siempre.


Ruth Piquer Sanclemente, abril 2009, homenaje a Luis Iberni, UCM.


Muere a los 43 años Luis Iberni...gran profesor, crítico, gestor..., mejor persona.

De J. Ángel Vela del campo: El bueno de Ibernireseñas:
Noticia en La Nueva España

el Heraldo

Musicólogo, crítico y profesor. Alcanzó el título de doctor en la Universidad de Oviedo, con premio extraordinario por una tesis dedicada a Ruperto Chapí (1993). Sus investigaciones se han dedicado fundamentalmente a la música española del s. XIX y a temas de música asturiana. En el primer campo destaca su monografía sobre el compositor Sarasate, pero sobre todo su obra en la que estudia una de las figuras más destacadas del s. XIX, Ruperto Chapí, donde da una visión no sólo de la figura del compositor, sino de todas las realidades que rodean la música española de finales de siglo y de la primera década del s. XX, especialmente en el campo de la música teatral y de las luchas estéticas finiseculares. También ha aportado su documentada visión sobre otros asuntos de la musicología española como la crítica musical o la ópera. Es profesor de esta universidad y director del Aula de Música desde 1992. Ha dirigido numerosos cursos en el campo de la gestión musical. Es asesor musical del Ayuntamiento de Oviedo y a sus instancias se han creado varios ciclos de conciertos destacando las Jornadas Internacionales de Piano Ciudad de Oviedo, iniciadas en 1992 a raíz del centenario del Teatro Campoamor de esta ciudad. Colabora con medios de comunicación locales como La Nueva España de Asturias, el Diario de Mallorca, y nacionales con los diarios ABC, La Razón y El Mundo. Es premio nacional de periodismo musical de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero.

ESCRITOS MUSICALES:

Libros:

La Banda de Música de Langreo en su centenario, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1990
(ed): Teatro Campoamor, Oviedo, Ayuntamiento, 1992
Pablo Sarasate, Madrid, ICCMU, 1994
Ruperto Chapí, Madrid, ICCMU, 1995
Ruperto Chapí. Memorias y escritos, Madrid, ICCMU, 1995
Toda la música del mundo,
R. Chapí: Cuartetos de Chapí, ed. crítica, Madrid, ICCMU, 1999.

Artículos:

"Miguel Fleta a los cincuenta años de su muerte", Cuadernos de Música y Teatro, 3, Madrid, SGAE, 1989, 21-36
"La crítica periodística madrileña de fin de siglo: Peña y Goñi", Actas de las Jornadas Actualidad y Futuro de la Zarzuela, Madrid, 1993, 201-14
"¿Por qué Chapí no escribió La Verbena de la Paloma? o Historia de una peculiar amistad", programa de La verbena de la Paloma, Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1994, 25-9
"El problema de la ópera nacional en España", Cuardernos de Arte, 26, Granada, 1995, 219-28
"La recepción de Puccini en España", Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1996
"Controversias entre ópera y zarzuela en la España de la Restauración", Cuadernos de Música Española e Iberoamericana, 2-3, Madrid, Fundación Autor, 1997, 157-64
"Cien años de Antonio Peña y Goñi", Cuadernos de Música Española e Iberoamericana, 4, Madrid, Fundación Autor, 1997, 3-13
"Ruperto Chapí y el nacionalismo musical español", programa de El rey que rabió, Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1997
"Un acercamiento a Manuel Manrique de Lara", Anuario Musical, 52, 1997, 155-72.