martes, diciembre 19, 2006

Hace un siglo



Ha pasado casi un siglo desde que los arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi diseñaron el Palacio de Comunicaciones de Madrid, el edificio de Correos situado en la Plaza de Cibeles. Un edificio emblemático. Símbolo de la arquitectura española de principios del siglo XX, y símbolo del tránsito de Madrid, del enclave de paso hacia su movimiento, su comunicación con el exterior..., en definitiva símbolo de la apertura de la ciudad. Precisamente porque fue concebido para ello. Porque como buenos arquitectos, sus creadores supieron plasmar en la piel del edificio, a través de la piedra y del espacio, a través del volumen y de la corporeidad, y del vacío y su intangibilidad, esa dualidad perfecta entre lo que viaja y lo que queda. Y ello con un sentido histórico perfecto: aunando en el edificio las masas recortadas de columnas flanqueantes que lo refuerzan como un buque que guarda el tránsito de los objetos y de las palabras, de lo abstracto y de lo concreto. Con las ventanas que permiten al contenido del barco respirar el aire multicultural de la ciudad de Madrid. Un aire de vientos cambiantes, de corrientes dispares y de integración de lo nuevo en una historia arraigada de forma especial en este caso, en su arquitectura.Idóneamente situadas, dan al edificio un sentido neogótico a partir de las estructuras de hierro que rajan y vacían su pesantez, sin dejar de lado referencias a la arquitectura de Viena de Fin de Siglo, en la cual la estética del edificio respondía a su funcionalidad, y por tanto su estructura y materiales eran todo uno, en el espacio y en el tiempo.
Y además nos encontramos con un edificio español, donde el color, la decoración, ciertas formas de la piedra, y los volúmenes entrantes y salientes que lo convierten en bastión, no dejan de recordar a la arquitectura española del Renacimiento e incluso del Barroco.
Un edificio histórico más en Madrid. Un edificio que se hizo respondiendo a un sentido global de la ciudad, y a un sentido concreto de su necesidad.
Me parece aberrante que se hayan derruído algunos históricos como el destinado a aparcamiento de la Plaza de Sto Domingo, efificio que recibió un Premio de arquitectura, construído en 1920.
Me duele volver de viajes por ciudades en las que le sentido histórico se une al estético y el respeto por la historia y por la estética se cumplen al abordar reformas o renovaciones.., y encontrarme avergonzada con mi ciudad, Madrid, convertida en un campo de concentración, en asfalto... veo la plaza de Tirso de Molina guardando las flores en nichos acristalados bajo el cemento, y la vida real que alrededor de su boca de Metro se creaba, va desapareciendo. ¿acaso molestaba?... Las farolas "modernas", por intentar describirlas de alguna forma, destruyen la visión del cielo de Madrid, y de los edificios de la Plaza de Tirso; (cuando en su día se hicieron unas famosas farolas modernas -ahora lo escribo sin comillas- las lenguas viperinas y carentes de cultura consiguieron quitarlas de Madrid con una campaña sucia sólo porque entonces gobernaba el PSOE. Ahora nadie dice nada).
Y las luces de Navidad, dispares y sin atender a su entorno, cada año más horteras....diseñadas por Agatha Ruiz de la Prada, (mujer de Pedro J. Ramírez), ahora se entiende todo.
Casi nos quedamos hace tiempo sin árboles en el Paseo del Prado, y de nuevo querían arrasarlo con el gris sin forma, sin estructura, sin historia y sin renovación, sin vacío y sin volumen...el asfalto. No olvidemos las obras de la M-30 tampoco... no nos acostumbremos a ésto, a esta burla del dinero y del poder.
Una de las últimas burlas a los ciudadanos madrileños que contemplo, entre otras muchas, es la que sugiere y da comienzo a este texto: el edificio de Correos va a albergar el Ayuntamiento de Madrid. No puedo salir del asombro y del dolor impotente de tener en Madrid gobernantes que ignoran el sentido de la arquitectura, y del urbanismo lógicamente también. Gobernantes cuya megalomanía es explícita y que no entienden el discurso estético de una ciudad, que probablemente no hayan viajado apreciando la unión entre los edificios, las calles,las líneas verticales y horizontales, las perspectivas, las esquinas, los enclaves, la armonía, lo lleno, lo vacío, el interior y el exterior, el cielo y el suelo, todo el espacio y sus habitantes... gobernantes que probablemente no saben Mirar, y que probablemente no hayan leído obras como Espacio, Tiempo y Arquitectura de Sigfried Giedion. Porque ignoran estos conceptos y su vinculación con el Arte, la Historia y Civilización.