martes, diciembre 04, 2007

Luis Iberni


HOMENAJE a Luis Iberni. U.C.M Madrid.
Luis Iberni, nuestro profesor


Gabriel Celaya escribió:

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca,
hay que medir, pensar, equilibrar,
y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.


Luis Iberni fue uno de nuestros mejores profesores. Un día llegamos a la Facultad y ya no estaba. En las paredes, un montón de afiches dándole las gracias, echándole de menos, echando en falta sus clases, constatando su ausencia. Inesperada. Llenos los blogs y las páginas de dedicatorias sentidas y cariñosas.
Buen profesor y profesor bueno, Luis establecía su autoridad exclusivamente sobre su conocimiento y la pasión por transmitirlo a sus alumnos, manteniendo permanentemente viva su inquietud y su trabajo por renovar ese conocimiento, ampliarlo, actualizarlo y decantarlo desde la experiencia y la madurez de su criterio. Transmitía a la vez la vocación sentida desde niño, el amor y la pasión por lo que enseñaba, con la humanidad y afabilidad de su trato, valores por sí mismos, pero que además, unidos a su calidad docente, eran las herramientas que atraían y “enganchaban” a los alumnos a la tarea de la enseñanza y el aprendizaje.
Cada clase de Luis era una escenografía, una paráfrasis, una escenificación sentida, pensada e improvisada a la vez, perfecta…, de la música que explicaba. Todos disfrutamos con aquellas maravillosas interpretaciones, viéndole tocar al piano sus obras favoritas al inicio de cada clase, creando así la expectación y el silencio necesarios, y luego, como moderno demiurgo, rehaciendo para nosotros la historia de los gestos y los sonidos y acercando a nuestro entendimiento la semblanza de los músicos, los compositores y los intérpretes, de las grandes divas, los bailarines, los genios del jazz y hasta de las estrellas del pop.
Descubriendo en cada audición una emoción distinta, descubriendo nuevos sonidos y nuevos significados a cada obra. Buscaba nuestras miradas, se emocionaba con su interés, se emocionaba cuando conseguía emocionarnos. Aprendimos que había que tener criterio: seleccionar, escuchar. Selectivamente. Saber seleccionar auditivamente también.
Y nos regalaba entradas para la zarzuela, la opera, para el Auditorio –cómo echaremos de menos encontrarle allí, preguntarle su opinión y charlar de los mejores directores y orquestas que gracias a él pudimos conocer en directo-… regalaba hasta sus discos, deseando compartir su música. La música había de ser transmitida, contada, asimilada, interiorizada, hecha conciencia. Descubrimos su valor cultural, su valor social. Y sobre ella, dijo Luis: “hay que decirlo todo”.
Conocía especialmente la trayectoria de cada uno de sus alumnos, sus intereses, sus inquietudes, sus facultades, las descubría y las fomentaba, por verdadero interés personal y deseo de aprender de ello, fuera impartiendo historia de la danza, crítica musical, o historia de la música para muchos futuros historiadores del arte. Sólo una trayectoria musicológica temprana, vocacional, podía interesarse así por las inquietudes de los alumnos.
Machado afirmó que en cuestiones de cultura y saber, sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da. Luis orientó los primeros textos, notas de conciertos y críticas de muchos de nosotros. Con certero y cercano interés, alentando con las palabras justas, necesarias y reparadoras, para lo que eran y son, -gracias a él un poco menos-, horizontes de duda de recién licenciados musicólogos y doctorandos que necesitábamos una figura de referencia, su referencia, para encaminar las líneas de nuestros textos, para pulir, para saber decir.
Quizá consciente del efecto de su cariño -nunca hubo un rictus extraño o desapacible-, del efecto de sus consejos y de sus frases -“Sigue así”, “qué gran alegría para mí que escribas”, “contigo al fin del mundo”, o “¡Emilio! qué bien escribe esta chica o este chico…”-, mostraba su ayuda desinteresada y constante. Siempre tranquilo, asumiendo su papel docente. La crítica constructiva, positiva, estaba siempre ahí, su ironía inerme, enriqueciendo cualquier conversación con ideas o anécdotas, verdaderamente didácticas. También, había que escribirlo todo: no esgrimir o proferir la crítica fácil, sino construir toda una historia del hecho musical, hacer didácticas las críticas y crítica la didáctica.
Como Ortega, enseñaba y a la vez enseñaba a examinar, a objetivar lo que enseñaba. Sabía que enseñar era enseñar a la vez a dudar de lo que se enseña.
Su mirada analizadora, escrutadora, profunda e inquieta, a la vez amable, reconciliadora, sosegada y sensata, resultó al final imprescindible. Ingenuidad y sabiduría, ingenuidad sabia, sabia ingenuidad, mezcladas en un brillo de entusiasmo; al fondo de aquellos ojos reflexivos que escuchaban de verdad a sus alumnos, que nos escuchaban de verdad.
Su tarea ha sido ingente. Él puso de manifiesto la importancia y la responsabilidad que tienen los poderes públicos a beneficio de la música. También la necesaria simbiosis entre el crítico, el gestor y el responsable de la docencia.
Pero la tarea didáctica de Luis Iberni, su enseñanza, no ha terminado. Porque ahora podemos aprender de sus escritos, sus muchísimos artículos, de su trabajo amplísimo. Cuando algo se hace bien y seriamente tal vez mucho de la propia persona queda impreso, también en el texto, en la crítica, en la columna. El conocimiento de su personalidad, está, desde luego, presente en todo su trabajo. Luis estará siempre en la memoria de sus alumnos. Nos dará clase todavía mucho tiempo, recordaremos sus frases como máximas, como ideas magistrales iluminando de pronto nuestra atención y nuestra reflexión, y por eso nos estará escuchando, como siempre.
Luis: sabemos que entre nuestras continuas dedicatorias, llenas de puñaos de rosas, nos seguirás, seguirás a tus alumnos en su trayectoria, en su mejor homenaje para tí: realizando todos nuestros proyectos, escribiendo –y no quedarán exentas las líneas de tu espíritu crítico necesario –y asistiendo a cada estreno.
Estarás presente en nuestras plumas y en toda la música escuchada, revoltoseando aún entre los mejores directores y orquestas, escucharás La Cara de Dios, allí estarás, en Delantera de Paraíso, – et In paradisum deducant te Angeli-. Con tus aires bohemios y algo inocentes, pero llenos de seriedad, elegancia, perspicaz e incisiva inteligencia, como las melodías de violín de tu Don Pablo. Allí estarás, profesor bueno, descubriéndonos con tu memoria los secretos y las verdades de las mejores y grandes escenas de toda la música del mundo, para siempre.


Ruth Piquer Sanclemente, abril 2009, homenaje a Luis Iberni, UCM.


Muere a los 43 años Luis Iberni...gran profesor, crítico, gestor..., mejor persona.

De J. Ángel Vela del campo: El bueno de Ibernireseñas:
Noticia en La Nueva España

el Heraldo

Musicólogo, crítico y profesor. Alcanzó el título de doctor en la Universidad de Oviedo, con premio extraordinario por una tesis dedicada a Ruperto Chapí (1993). Sus investigaciones se han dedicado fundamentalmente a la música española del s. XIX y a temas de música asturiana. En el primer campo destaca su monografía sobre el compositor Sarasate, pero sobre todo su obra en la que estudia una de las figuras más destacadas del s. XIX, Ruperto Chapí, donde da una visión no sólo de la figura del compositor, sino de todas las realidades que rodean la música española de finales de siglo y de la primera década del s. XX, especialmente en el campo de la música teatral y de las luchas estéticas finiseculares. También ha aportado su documentada visión sobre otros asuntos de la musicología española como la crítica musical o la ópera. Es profesor de esta universidad y director del Aula de Música desde 1992. Ha dirigido numerosos cursos en el campo de la gestión musical. Es asesor musical del Ayuntamiento de Oviedo y a sus instancias se han creado varios ciclos de conciertos destacando las Jornadas Internacionales de Piano Ciudad de Oviedo, iniciadas en 1992 a raíz del centenario del Teatro Campoamor de esta ciudad. Colabora con medios de comunicación locales como La Nueva España de Asturias, el Diario de Mallorca, y nacionales con los diarios ABC, La Razón y El Mundo. Es premio nacional de periodismo musical de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero.

ESCRITOS MUSICALES:

Libros:

La Banda de Música de Langreo en su centenario, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1990
(ed): Teatro Campoamor, Oviedo, Ayuntamiento, 1992
Pablo Sarasate, Madrid, ICCMU, 1994
Ruperto Chapí, Madrid, ICCMU, 1995
Ruperto Chapí. Memorias y escritos, Madrid, ICCMU, 1995
Toda la música del mundo,
R. Chapí: Cuartetos de Chapí, ed. crítica, Madrid, ICCMU, 1999.

Artículos:

"Miguel Fleta a los cincuenta años de su muerte", Cuadernos de Música y Teatro, 3, Madrid, SGAE, 1989, 21-36
"La crítica periodística madrileña de fin de siglo: Peña y Goñi", Actas de las Jornadas Actualidad y Futuro de la Zarzuela, Madrid, 1993, 201-14
"¿Por qué Chapí no escribió La Verbena de la Paloma? o Historia de una peculiar amistad", programa de La verbena de la Paloma, Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1994, 25-9
"El problema de la ópera nacional en España", Cuardernos de Arte, 26, Granada, 1995, 219-28
"La recepción de Puccini en España", Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1996
"Controversias entre ópera y zarzuela en la España de la Restauración", Cuadernos de Música Española e Iberoamericana, 2-3, Madrid, Fundación Autor, 1997, 157-64
"Cien años de Antonio Peña y Goñi", Cuadernos de Música Española e Iberoamericana, 4, Madrid, Fundación Autor, 1997, 3-13
"Ruperto Chapí y el nacionalismo musical español", programa de El rey que rabió, Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1997
"Un acercamiento a Manuel Manrique de Lara", Anuario Musical, 52, 1997, 155-72.

martes, agosto 28, 2007

Una depresión merecida



[Seguimos leyendo a Millás que últimamente da aún más en el clavo:
http://www.elpais.com/articulo/espana/doble/vida/Ruiz-Gallardon/elpporopi/20070826elpepinac_8/Tes]


Juan José Millás, Una depresión merecida, publicado en EL PAIS, 27/08/2007

Escribió un lector para informarme de que la vida era absurda, aunque sin precisar con relación a qué. El caso es que hace un año, según relataba en su correo, decidió atravesar Canadá en bicicleta. Hasta aquí, todo normal. El mundo está lleno de gente que hace el Camino de Santiago a pie, cruza el Atlántico en barca de remos o se bebe una caja de cervezas sin respirar: hay constancia de todo ello en el Libro Guinness de los récords, cuya lectura le sume a uno en profundas reflexiones. Lo que le ocurrió a nuestro comunicante es que a mitad de camino se cruzó con otro individuo que estaba llevando a cabo la misma hazaña, pero en patinete.
El hombre comprendió entonces, como en una revelación, lo absurdo de su proyecto y volvió a casa en avión. Desde entonces no encontraba placer en nada, no era capaz de fijarse objetivos ni de ilusionarse con nuevos propósitos. Le pedí que tratara de imaginar que Dostoievski y Flaubert se encontraban (al modo en que él se había cruzado con el del patinete) cuando uno trataba de escribir El idiota y, el otro, Madame Bovary. ¿Habrían sentido la misma sensación de absurdo? Quizá sí, me respondió, pues en el fondo no es más disparatado pretender cruzar Canadá en bici que intentar escribir una obra maestra. Le contesté que merecía estar deprimido y eso fue todo, porque dejamos de escribirnos.

sábado, agosto 25, 2007

Kierkegaard



Por Juan José Millás. Publicado en El País, 24/08/2007

Me encontraba en la cocina, pelando filosóficamente (¿hay otro modo?) unas judías verdes para la cena, cuando entró el perro y me preguntó si íbamos a salir. No le contesté porque, sabiendo como sé que los perros no hablan, deduje que aquello sólo podía ser una alucinación auditiva, producto del calor o de una siesta confusa, de la que no me había recuperado. Por eso, se me heló la sangre en las venas (¿en dónde si no?) cuando mi mujer, que estaba en la habitación de al lado, me preguntó con quién hablaba. Con nadie, balbuceé intentando ocultar mi turbación. Pues si no te importa hazlo en voz baja, añadió ella.
Permanecí un rato observando atónito al perro y luego continué pelando las judías como si no hubiera pasado nada (a partir de cierta edad, los sucesos sin explicación se multiplican como hongos). Pero al día siguiente, estaba limpiando unas sardinas con las escamas plateadas (influencia de Lorca), cuando entró de nuevo el perro con expresión de querer decirme algo. Esta vez me adelanté a él y di un par de ladridos muy convincentes. ¿Por qué ladra el perro?, preguntó mi mujer. Porque quiere salir, dije, es la hora. Pues sácalo, sugirió ella. Le puse la correa, nos fuimos a la calle y estuvimos una hora hablando de Kierkegaard sin levantar sospechas.

martes, julio 17, 2007

Tintín, Tchang, Hergé... y los demás.



POR: ALFREDO PIQUER




Tintin en el Tibet.-

Después de leer la noticia de un accidente aéreo en el Himalaya, Tintín tiene un sueño donde su joven amigo Tchang herido le pide ayuda medio enterrado en la nieve. Al día siguiente se entera por el diario de que Tchang viajaba en el avión siniestrado, y que no han encontrado supervivientes. Pero Tintín cree que Tchang está vivo y parte hacia Katmandú con el objetivo de organizar una expedición de rescate.



Tchang

Porque en mi fuero interno
otro hombre me habita
quizá mucho más joven
que lo que soy yo mismo,
tal vez con otros rasgos y otra lejana raza
que en el mismo momento en que escribo estas líneas
acaba de sufrir un accidente.
El vuelo en en que viajaba, sin que yo lo supiera.
sobre las cumbres altas, que hay en todas las vidas,
la juventud sagrada
donde todos los sueños se elevan imponentes
cubiertos de pureza,
se ha abatido de pronto , se ha estrellado …en el tiempo.
Y no se si éste joven que hasta hoy me habitaba
haya sobrevivido.
Pero no, Tchang no ha muerto!
Sobre la nieve helada de los años perdidos
alguna antigua bestia triste como un recuerdo
le mantiene con vida y le retiene preso.
Es preciso buscarle, contra todo pronóstico
porque se que aún vive.
Rescatarle del sitio perdido y olvidado
de la noche perenne que ha impregnado sus días,
de la caverna helada en donde ahora vive
en el duro camino de la ascesis …
que conduce hasta el Tibet del espíritu.
Oh Georges Remy, Fanny y Tchang en las cumbres
del Himalaya interno.
Yo soy Tintín, soy Haddock, soy el Migú
Yo soy la bestia triste que secuestra mis sueños
Pero soy ese joven perdido que aun me habita,
Soy Tchang y soy tú mismo!
La ilusión que aún no ha muerto!








Alfredo Piquer, julio 2007




lunes, julio 16, 2007

"Show me the way to the next whisky bar": Mahagonny

Grosz, Los ladrones de la sociedad, 1920


El 9 de marzo de 1930 se estrena en Leipzig, Alemania, Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny. (Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny). Con libreto del corrosivo Bertolt Brecht y música del gran Kurt Weill, que colaboraron también en la Ópera de los Tres Peniques (1928), la obra –en tres actos- se sitúa a medio camino entre el songspiel, conjunto de canciones con interludios orquestales, y la ópera.
A partir de un argumento aparentemente simple, Brecht nos introduce en una metáfora de la sociedad, tanto la capitalista como la comunista, los regímenes totalitarios, una metáfora del individuo, del ser humano enfrentado a su libertad y a la privación de ésta:
“Un insólito grupo de individuos perseguidos por la policía norteamericana por fraude y prostitución huye hacia la costa californiana. En el trayecto se les estropea el camión en el que viajan y por no proseguir a pie deciden fundar la ciudad de Mahagonny como la ciudad de los placeres donde todo está permitido menos no tener dinero…"
Estos fugitivos son Leokadia Begbick, Fatty “el apoderado” y Moisés de la Trinidad. Convertirán Mahagonny en una ciudad basada en el “todo vale”… si se puede comprar. Una ciudad inexistente, imaginaria de Norteamérica, una ciudad en el desierto de Alabama, -alusión a los feroces buscadores de oro estadounidenses-. Una premonición de las Vegas, y una reminiscencia ¿de Sodoma y Gomorra?, entre otras…
Es un lugar fuera de tiempo y espacio, un lugar hecho mito, hay que desplazar al espectador ese plano neutro para hacerle comprender el significado último del contexto y las contradicciones, y contrarios, que participan en el argumento. La ciudad es la “patria” en el sentido abstracto, es la búsqueda del yo en una sociedad corroída, que va construyéndose, discurriendo en ese tiempo y ese espacio indeterminados a partir de una serie de caracteres extremos: prostitutas, buscadores de oro, nuevos ricos procedentes de Alaska, personajes que no dejan de mostrar en sus diálogos las contradicciones entre la vileza y la humanidad, la necesidad de lo social, de la amistad y el amor, y el más primitivo egoísmo, soledad y aislamiento.
En Mahagonny reina una tranquilidad que parece libre, pero es impuesta por la dependencia de valores artificiales. El tiempo pasa sin que pase nada más que la pasividad y la desidia, y surgen los conflictos cuando lo externo, que no se puede dominar ni controlar, viene a destruír la ciudad: un huracán. Surgen los primeros conflictos: el miedo a perder, la muerte, la soledad, el miedo al otro, el afán de supervivencia por encima del otro… el huracán finalmente “pasa de largo” y se recupera el día a día apacible, ver pasar la vida sin reflexionarla, sólo emborrachándola con el alcohol prohibido: Hoy la TV, la pantalla del ordenador, el capitalismo feroz, la destrucción del medio natural… Nihilismo.
Y existencialismo. La paradoja ya se ha planteado…¿algo ha cambiado en Mahagonny? : ¿es más peligroso el “huracán” o el propio ser humano cuando no tiene reglas ni convicciones éticas, sino “reglas” impuestas por el poder, el dinero, la sociedad…..? y sin embargo… ¿ es posible la libertad, la entrega sin egoísmo, al amistad y el amor puros, el conocimiento de uno mismo sin los demás?
Uno de los personajes, Jim Mahonney, plantea esa rebelión contra la autoridad de la no “autoridad”. Se cuestiona su libertad, se cuestiona su soledad, se cuestiona el amor por Jenny, una de las prostitutas, que simboliza además cierta liberación femenina en un mundo machista. Su rebelión le costará la muerte: Su conflicto interno, le hace olvidar el contexto en el que está, le saca fuera de él y ¿le acerca al ser humano? olvidando que ha de pagar sus deudas impuestas de sexo y alcohol. La justicia –tripartita-, los tres fugitivos convertidos en jueces despiadados e ignorantes, decide que la deuda de dinero es imperdonable, más que el asesinato. Jim Mahonney es condenado a muerte, desfallecido de sed y hambre…. su amigo Bill y su amante Jenny le lloran… pero al final, ni siquiera Jenny quiere pagar por él. Se puede encontrar una interpretación religiosa, si se quiere, en el texto de Brecht, pero no sin la carga irónica contra la moral férrea de ciertas creencias…
Al final ha sido necesario un nuevo orden en Mahagonny, -crítica al totalitarismo y prefiguración del nazismo- confusión y caos bajo un orden aparente, impuesto. Triunfa la miseria humana.
La música de Kurt Weill nos hace percibir el contenido del texto con sus matices múltiples, desde lo solemne a lo grotesco. Con una orquesta donde al viento y al cuerda tradicionales se incorporan un bandoneón, y un banjo, entre otros instrumentos poco comunes para la formación tradicional, Weill nos lleva por el cabaret berlinés, jazz, canciones, tarantelas, blues, opereta, música popular, música barroca de carácter religioso –alusión enfática a la autoridad moral, a ¿Dios?- , fugas, grandiosos coros casi verdianos, -de esclavos también, aunque éstos de capitalismo-, que atraen al público a la escena y le increpan como la voz de la conciencia.
Una diversidad de músicas que subraya el significado de la obra y consigue crear una música lo suficientemente compleja, llena de disonancias y matices dramáticos intencionados, y a la vez lo suficientemente pegadiza para que el mensaje de sus “estribillos” se nos quede bien. Al principio presenta una serie de temas que se van complicando y desarrollando a lo largo de la obra, pero siempre vienen con su mensaje mordaz, satírico, a recordanos su importancia en cada momento de la acción.
Alabama song, ya un clásico, se mueve entre lo lírico nostálgico y lo irónico declamado. Versionada por grupos y cantantes hasta la extenuación, desde The Doors, David Bowie, hasta Marilyn Manson (¡!). Sin duda nos quedamos con la diosa Ute Lemper, o apurando, Marianne Faithfull, pero no hay nada como la versión original de Lotte Lenya, esposa de Weill.
Well, show me the way To the next whiskey bar
Oh, don't ask why
Oh, don't ask why
Show me the way To the next whiskey bar
Oh, don't ask why, Oh, don't ask why
For if we don't find The next whiskey bar
I tell you we must die I tell you we must die, I tell you, i tell you i tell you we must die
Oh, moon of Alabama We now must say goodbye
We've lost our good old mama, And must have whiskey, oh, you know why
Oh, moon of Alabama, We now must say goodbye
We've lost our good old mama, And must have whiskey, oh, you know why
Well, show me the way, To the next little girl
Oh, don't ask why., Oh, don't ask why
Show me the way, To the next little girl
Oh, don't ask why oh, don't ask why
For if we don't find, The next little girl
I tell you we must die, I tell you we must die, tell you, i tell you i tell you we must die
Oh, moon of Alabama, We now must say goodbye
We've lost our good old mama….

Aquí unos fragmentos de la versión del Festival de Salzburgo, 1998:








Mahagonny se ha reinventado y reutilizado con posterioridad, en el cine, desde la Leyenda de la ciudad sin nombre (Joshua Logan, 1969), hasta Dogville (2003) y Manderlay (2005) de Lars Von Trier.

Ruth Piquer, julio 2007

domingo, julio 08, 2007

Madrid-Melbourne-Madrid



...So glad...

Engreídos y enrollados



por Javier Marías. Publicado en EPS, 8-7-2007



Hace ya muchos años escribí en otro lugar un artículo en el que señalaba que hay tres cosas que los españoles nunca estamos dispuestos a admitir no tener. Sólo recuerdo aproximadamente cuáles eran, pero estoy seguro de que no se trataba de belleza ni de inteligencia, ni desde luego de saber. Quiero decir que no nos queda más remedio que reconocer que hay personas más guapas, o bien que no gustamos. Y aún es más: hoy se diría que la mayoría asume estar muy lejos de la perfección, a tenor de la locura quirúrgica que se ha apoderado de una exagerada parte de la población. Adolescentes que se implantan pechos como maderos o globos, señoras que se inyectan cuanto es inyectable y se sajan y rajan y tajan por doquier, caballeros que se estiran el pene o se recortan los glúteos, actrices, cantantes y locutores que ya no pueden ni esbozar una sonrisa, de tirantes y pespunteados que van, en fin. Tampoco cuesta aceptar que otros piensan mejor, o que tienen "más cabeza", no digamos ya más saber. El saber suele traernos sin cuidado, y nos sentimos muy ufanos de que con lo que ignoramos se puedan llenar enciclopedias que no cabrían en ninguna biblioteca. La tendencia es más bien a ponerse desafiantes ("Sí, no tengo ni idea, ¿y qué pasa?") o a burlarse de los conocimientos ajenos ("Joé, en qué cosas pierde este el tiempo").

Lo que nadie soportaba, en cambio (de dos cosas sí me acuerdo), era que se le negara la posesión de sentido del humor y de buen gusto. Raro es el que no está convencido de verse adornado por esas dos cualidades. El que va hecho un adefesio a los ojos de los demás jamás comparte esa opinión, sino que cree que lo favorecen sus pantalones semicortos o de longitud imposible, su repugnante camiseta por fuera y sus sandalias de ibicenco o de fraile, por mencionar un atuendo frecuente en los ofensivos meses veraniegos que ya han llegado. Y todo el mundo cree tener su casa decorada con magnífico gusto, así sea como la que le hemos visto al imputado Roca de la "Operación Malaya" o las que en su día nos mostró su padrino y compadre Gil y Gil. En cuanto al sentido del humor, yo he visto cómo presumía de poseerlo a raudales el escritor más avinagrado, solemne, quejoso y apocalíptico de cuantos pululan por aquí. Baste con ese ejemplo de divergencia extrema entre la propia visión de uno mismo y la que tienen los demás.

Ya digo que no recuerdo la tercera cualidad que entonces me pareció irrenunciable para casi cualquier español, pero hoy veo otra, que sin duda no incluí: nuestros compatriotas no soportan no pasar por "enrollados", por "unos tíos o tías enrollados", y, para demostrar que lo son, no vacilan en hacer el ridículo, sobre todo cuando suena música alrededor, lo cual ocurre en España sin cesar. El ejemplo más nítido lo vi en televisión, y no precisamente en los muchos programas que consisten en hacer el ridículo: hace un año o así, el cantante Juanes interpretó unas canciones (vayan a saber por qué) ante el Parlamento Europeo. La mayoría de diputados las escuchó sentada, con curiosidad. Salvo buena parte de los españoles, que, para que se viera lo enrollados que son y que "no podían resistirse al ritmo", se pusieron en pie y bailotearon con aspavientos junto a sus escaños, con enorme artificialidad. La visión causaba vergüenza ajena y ganas de fingirse belga o danés (que, francamente, ya es fingir). Otro tanto sucedió en el último Festival de Cannes: durante diez minutos, sin tiempo ni para calentar el ambiente, el grupo U2 interpretó unas melodías subido a una tarima (vayan a saber también por qué). Por lo que se veía, abajo había sobre todo actores, y sólo algunos españoles se lanzaron a bailar "en seco" pero frenéticamente, con todo tipo de gestos y contoneos y sombreros insólitos, para que se apreciara que "llevaban la música en la sangre" y que eran unos "superenrollaos": gente expresiva, con garra, grotesca. Es curioso que un país en el que no se imparte la más mínima educación musical, en el que a la mayoría no se le ha enseñado ni a entonar un himno o canción sencilla, se jacte de andar loco por la música, y en verano más, con los infinitos festivales de baffle y sudor. Qué marchosos somos, hay que ver.

En cambio, nadie reconoce poseer una de las características más frecuentes entre los individuos del país: el engreimiento, que asoma hasta en quien menos se espera. Un ejemplo reciente y significativo: al día siguiente de limar asperezas con Zapatero ante la renovada amenaza de ETA, el sosísimo Rajoy fue a la radio más chulesca, y, cuando creía que no lo grababan, se pavoneó de haber desconcertado al Presidente: "Ayer él no se creía que yo iba a hacer lo que hice, ¡ni de coña, vamos! Con lo cual se quedó así, un poco ? Y luego salió la otra, que se veía que debía tener otro rollo preparado, y sobre la marcha hizo una intervención un tanto extraña ..." "La otra" no era ni más ni menos que la Vicepresidenta de la nación. Todo ello acompañado de una sonrisita fanfarrona ("Mecachis, qué astuto soy"). Pero observen estas dos expresiones, "¡ni de coña, vamos!" y "otro rollo preparado". ¿No es meridiano que, además de todo, Rajoy quería que sus contertulios se quedaran pasmados de lo enrollado que era? La prudencia nos libre de ellos, de los engreídos y los enrollados.

martes, junio 19, 2007

By this river

Un clásico, para tanto Silencio que nos rodea...


Here we are Stuck by this river,
You and I
Underneath a sky that's ever falling down, down, down
Ever falling down.
Through the day
As if on an ocean
Waiting here,
Always failing to remember why we came, came, came:
I wonder why we came.
You talk to me as if from a distance
And I reply With impressions chosen from another time, time, time,
From another time.



http://www.youtube.com/watch?v=w2WURHY3D4A

jueves, junio 07, 2007

Teatro, por A. PIQUER

TEATRO.-

I.-
Luchino Visconti, el director de escenografía operística italiano no duda en expresar su admiración por “La Divina” María Callas, después de haberla dirigido en repetidas ocasiones, alguna de las cuales no ha sido ajena a los temas del teatro clásico: La Vestale, de Spontini, en el 54, Ifigenia en Tauride, de Gluck, en el 57; amén de otras: “Sonámbula”, “Traviata”, “Ana Bolena” Y sin embargo, le hubiese gustado dirigirla en Medea, interpretada ya varias veces en Florencia, en la Scala, en otros escenarios . Empeñado en mejorar su gesto y su presencia escénica, la cantante ha seguido casi siempre sus consejos pero algo no ha funcionado a la larga entre el escenógrafo y la “Prima Donna”. Algo en parte rebelde en la actitud y los ojos profundos y afilados de la diva, algo oscuro en su voz.María Ana Sofía Cecilia Kalageropoulos, María Callas, canta hoy en el teatro de la Scala de Milán, Medea, de Luigi Cherubini bajo la dirección de Tulio Serafín, su actual y entrañable director de escena, junto a Miriam Pirazzini y Renata Scotto. Corre 1957; no es la primera vez que interpreta la ópera y no será la última.Maria Callas , como siempre magnética, su voz audaz, arriesgadísima, incluso, solo en apariencia, fuera de control. Exigiendo un salto cualitativo en el oyente para intentar seguirla y situarse cerca de la altura donde llega. Y una vez alcanzado el lugar privilegiado comprobar la imposibilidad de retorno. Tal vez a partir de ese momento todas las demas voces de otras sopranos parecerán pálidas, roto el molde de lo que tradicionalmente pueda significar el término “Bel Canto”. Lograda la belleza de una unión perfecta entre el texto y la música, el intento dramático cuajado finalmente en la verdad de una emoción creible sentida interiormente.Una estela de sombra nubla la mirada de María y aun manteniendo el timbre de las notas, su voz adquiere resonancias desatadas y antiguas. No es el público solo el que cree firmemente que es Medea, sentenciando su némesis terrible contra Jasón, Glauce y Creonte: - “ A morte l`essecrato autor del mio tormento! “ - , es también ella misma quién lo cree. Ya no es ella, enajenada su presencia mórbida, inmóvil sobre las tablas de la escena, sin mirar al director de orquesta, cantando con furor extraño, como si el personaje se hubiese adueñado totalmente de su voz, de su lento y meditado movimiento . Sus dedos se cierran en torno a la empuñadura de la teatral espada, pero sus propias uñas hacen presa en su palma y no se advierte que el rojo de la sangre ficticia de la espada es real en su mano finalmente apoyada en el fuste veteado y negro de la marmórea columna.



II.-
Sobre la placa de mármol, Alphonse Mucha, que con dibujo, potente, compositivo y definido, está marcando pautas en el estilo decorativo en boga, el llamado arte nuevo, bate la espátula con rapidez y con pericia aproximando progresivamente el color de la tinta que deberá utilizar sobre la piedra litográfica al tono requerido para el fondo del cartel anunciador de Sarah Bernhardt. Un rojo intenso, se diría casi específicamente sangriento, se extiende ya sobre la bateria de rodillos de entintado. Y la prensa tracciona a buen ritmo la piedra que imprime este color final rematando el cartel de formato alargado, logrado el cromatismo crepúscular, rojo y sombrío, tras la figura alucinada y pálida de la protagonista, Medea, la cabeza rodeada de atributos solares, mientras un velo violeta y funeral esconde parcialmente su rostro, el brazalete metálico alargado en torno a su antebrazo izquierdo con forma de serpiente cuya cabeza, presta a la venenosa mordedura, se apoya sobre el dorso de la mano de la sacerdotisa y la afilada espada ya cubierta de sangre, apunta hacia los cuerpos de los hijos muertos, tendidos a sus pies. Mucha vuelve a la imagen de su modelo Sarah Bernhardt con quién ha firmado un acuerdo para realizar durante 6 años los carteles y la publicidad de sus representaciones teatrales.Sara Bernhardt, ya desligada de la Comedie Francaise, entronizada como primera actriz en la compañía del Teatro Odeón de Paris por su director Duquesnel al que cuenta ahora entre sus admiradores mas fervientes y rendidos. Entregada a la tarea dramática intensa y profesional de todo el grupo que trabaja con ella en el Odeón, con una larga lista ya de obras teatrales en su haber… los autores contemporáneos, Alejandro Dumas, Victor Hugo y también los clásicos : Moliére, Racine, y ahora Corneille, su personaje de Medea , vengativa y terrible , con la que siente afinidad inexplicable, que torna su registro expresivo, su voz sublime, dos octavas por las que se desliza habitualmente con fluidez y con soltura totales, en una tesitura de resonancia lúgubre, que le lleva involuntariamente hacia zonas ignotas de su experiencia escénica.Sara Bernhardt se sienta casi en la embocadura de la escena ante el decorado, como si verdaderamente el peso terrible del doble asesinato cometido le pesara insoportablemente. El largo peplo blanco se desata bajo su pecho. El cabello despèinado y revuelto, las dos manos crispadas y tensas sobre su rodilla derecha sostienen aun la espada ensangrentada, teñida de rojo con un tinte oscuro y líquido que esta vez el atrezzo ha sabido hacer mas verosimil que otras.. Y fija su mirada perdida mas alla del fondo del aforo del Odeón. Desde la concha resulta cada vez mas audible la voz del consternado apuntador perplejo ante el silencio prolongado de la actriz que debería ya continuar sus frases y permanece sin embargo silenciosa e inmóvil con un extraño y trágico semblante y la mirada hundida en la palidez cruel y enajenada de su rostro. - “Je serre dans mes mains la glaive qui a dejá frappé mes enfants!” - La misma espada empuñada con denodada furia por los Parisinos en el tiempo de la Revolución de la Comuna. El tiempo del odio y de la guerra…



III.-
En medio de los años de guerra con los Persas, obstinados en el ataque a las polis griegas, incluso tras su derrota en Maratón y tal vez en el momento de su derrota en Salamina, Eurípides aún se reúne con algunos amigos, teniendo la ocasión de salir ocasionalmente de la apartada gruta donde vive, donde escribe, para escuchar la sosegada pero aplastante lógica de los que otros mas tarde llamarán sofistas. Para cambiar ideas y opiniones, mucho mas allá de lo socialmente aceptado, de lo oficialmente establecido. Para charlar con Sócrates, para oir a Protágoras diciendo en su discurso “Acerca de los dioses” no poder saber de su existencia o no, habiendo sobre este y cualquier otro asunto dos discursos opuestos, uno a favor y otro en contra y haciéndose en este tema del discurso mas débil el mas fuerte. Para seguir con interés creciente la opinión de Anaxágoras, atento a los fenómenos celestes, sobre el Sol, la Tierra y los planetas, de Hipócrates sobre la naturaleza de la fisiología humana y la ética de su valoración y tratamiento, cuando la sociedad no duda ni por un instante de los dioses y los mitos homéricos.Los dioses, que justifican y explican convenientemente un furor que es solamente humano, una pasión que cede a los instintos primarios, más oscuros, potentes y desatados, sin posibilidad de freno, los temas que en su punto de vista, deberían tener algún día otro análisis: los mitos; la condición de las mujeres, Hécuba, Andrómaca, Medea. Medea… la mujer que se subleva contra lo que es objetivo sometimiento a la arbitrariedad y dominio del varón. Medea hija de Hécate, nieta del Sol, hermana de la propia Circe, la que retuvo con su magia a Ulises; Medea, asimismo hechicera, presa del amor por Jasón, jefe de la expedición de los Argonautas a la Cólquida, donde le ayuda a conseguir el Vellocino de Oro, sin reparar en medios hasta el asesinato. Que regresa con el héroe a Corinto, creyéndose su esposa, y donde sufre su traición fría y calculada cuando éste la rechaza para casarse con Glauce, hija de Creonte, quién ademas decreta su destierro. Medea, que planea y ejecuta, ante el agravio insoportable, una venganza salvaje, desmedida, absoluta.Medea, desgarrada por un odio sobrehumano, que mantiene una pugna fatal consigo misma intentando suplicar a su interno deseo de venganza, el perdón para sus propios hijos y sucumbe a su proyecto asesino, mucho mas fuerte su pasión desbordada que su amor materno, pretextando que otros, con menos piedad que la que ella como madre siente, puedan ejecutar mas tarde la sentencia horrible,y porque ella que les dio la vida, tiene tambien derecho a arrebatársela…Desdichada mujer! Cúmulo de tristeza, llevada por un dios hacia este intransitable oleaje de desgracia! Y madre desdichada, dispuesta a asesinar a los hijos habidos de un esposo traidor, funesto y humillante. Medea, trastornada de horror, que acuchilla breve y eficazmente. Erguida sobre un túmulo de soledad y espanto. Advirtiendo quizá que la piedad impregna previamente a la sangre, la punta de la espada que gotea de rojo sobre los cuerpos de los hijos tendidos en la tierra.
IV.-
La pluma con el que el autor griego traza sobre el alisado rollo vegetal quiebra su punta dejando un rastro rojo de tinta que interrumpe de súbito la cuidada escritura. E incluso él mismo, que hará huir a su protagonista, tras su crimen odioso, en un carro celeste de serpientes aladas, como fín de su drama, parece finalmente refugiarse en el mito, intentando apartarse de un final tan oscuro y absurdo, sin sentido ninguno ante medida de dolor y locura tan altos e insufribles , de un final mas real, mas vérídico, no ya para Medea y los seres que odia, sino tambien para todos los hombres, como la propia muerte. Cuando el coro ha callado y el telón cae definitivamente sobre los personajes y la embocadura del teatro.




Alfredo Piquer. 25 Septiembre 2002.

miércoles, junio 06, 2007

CRISTAL OSCURO

En otro mundo, en otro tiempo, en la era de la maravilla, hace mil años, esta tierra era verde y era buena. Hasta que se quebró el Cristal, y un trozo se perdió: un fragmento del Cristal. Así empezó la profecía y aparecieron dos nuevas razas: los crueles Skekses y los apacibles Místicos…
Los Skekses exterminaron a todos los Gelflings... Menos a uno. Jen, el último de los Gelflings, fue adoptado por los Místicos, quienes le enseñaron toda su sabiduría, dándole pie a salvar el mundo, tras ver que la gran conjunción de soles está cerca... De esta manera los Skekses y los Místicos volverían a unirse en un solo ser y se restablecerá el orden.
Con este argumento entre la épica y el cuento, se esconde una intrincada y complicada historia donde las metáforas a través de la imagen cinematográfica son múltiples. Jim Henson construye un genial relato fantástico, en un momento en que la necesidad de construír otros mundos y/o descubrirlos, con la esperanza de que fueran mejores, estaba al orden del día en la creación artística y el cine.
Los años ochenta. Y así marcó mi infancia esta maravillosa y poco conocida película en la que Jim Henson y Franz Oz se unen para dirigir un bellísimo guión de David Odel y el mismo Jim Henson, lleno de lecciones éticas.
Las marionetas son bellísimas, consigue una acertada simbiosis entre el mundo animal y los humanos en unos seres que han influido en la representación de las criaturas fantásticas en el arte, el cómic y el cine durante mucho tiempo.
Las escenografías crean una sensación de realidad que no deja de ser adecuada a las marionetas. Plantas y árboles imaginarios, cielos, soles imaginarios, un mundo virgen lleno de silencios donde la Naturaleza enseña en sus detalles una trama y otra lección ética paralelas.
El mundo de los Místicos, entre la leyenda celta y el misterio extraterrestre. Expresados en el silencio y en la fuerza de la unión a través de las armonías musicales de sus voces. Expresados a través de la artesanía y en la belleza de los rostros y manos sabias.
Los crueles Skekses, que rozan lo grotesco y lo jocoso, despojados de sus ropajes , de su parafernalia, quedan en burdos, huesudos y desagradables amasijos de pájaros, insectos, ratas…, los gestos les delatan. La avaricia, la envidia, la falsedad del agasajo a los superiores.
Con una música épica que nos regala Trevor Jones, autor de hitos como Dentro del Laberinto y en otra línea El último mohicano. Una música que acompaña perfectamente el sentido del relato. Y que emplaza el mundo del Cristal Oscuro en la más cercana de las lejanías, en la más concreta de las abstracciones, en el alma del espectador por las tierras áridas de los Místicos y en los oscuros recovecos de las cuevas de los Skekses.
La trama es limpia, en su forma y contenido...y el final consecuente es que los contrarios se unen en el Equilibrio inicial.


Tengo entendido que se está realizando una segunda parte, The Power of the Dark Crystal, (2008), después de muchos años de ignorar esta obra de arte. No creo que los efectos del 3D que vayan a utilizar los creadores gráficos superen El único Cristal Oscuro. No hay mayor veracidad gestual y sentimiento que en las marionetas de Jim y Kira y en los pequeños esclavitos de los Skekses. Veremos con cierta ilusión y también cierto escepticismo y reticencia esta continuación sin sentido de un film único en su estilo, en su historia, un cuento cerrado y al que se pueden sacar mil ramificaciones filosóficas pero no derivaciones o continuaciones discursivas.

martes, marzo 06, 2007

Música tuya.


Blas de Otero. Ángel fieramente humano


¿Es verdad que te gusta verte hundida en el mar de la música;

dejarte llevar por esas alas,

abismarte en esa luz tan honda y escondida?
Si no es así, no ames más; dame tu vida,

que ella es la esencia y el clamor del arte;

herida estás de Dios de parte a parte,

y yo quiero escuchar solo esa herida.
Mares, alas, intensas luces libres,

sonarán en mi alma cuando vibres,

ciega de amor, tañida entre mis brazos.
Y yo sabré la música ardorosa

de unas alas de Dios, de una luz rosa,

de un mar total con olas como abrazos.

jueves, enero 25, 2007

Magia


Recuperando la conciencia de esa magia poco a poco, intentando darle forma y tocarla con la música.
Aparece siempre tras el cristal empañado y la niebla de un tiempo de indecisión. Otras veces se aparece muy claramente, iluminada y transparente y casi puedo pasar a través sabiendo quién soy. También aparece opaca, dura, cuarteada.

He intentado romper ese cristal, intento que no sea yo la que me refleje tampoco, e intento rechazar esa imagen de los momentos que en que me decepciona, para retrotraerme a lo que de verdad creo que que es y conseguir ver con nitidez y pureza.


Maga. Diecinueve
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Letra : Miguel Rivera

Música : Miguel Rivera



LETRA

Con viento del este hiciste una cama,
soplaste sobre ella para templarla
y con el murmullo de tu voz de agua
me cantabas nanas sin letra.

Y dormíamos tan juntos que amanecíamos siameses,
y medíamos el tiempo en latidos.
Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.

Y tu pulso tamborileaba en mis sienes y muñecas
como diminutas patas de ciempiés,
y nos repartíamos los labios y los dientes y el hipo
y del alfabeto las impares.

Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.

Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.