miércoles, mayo 21, 2008

Alfredo Piquer. Al vent


Aquella fue realmente una época fúlgida
sembrada de ilusiones y proyectos y sueños.
Una generación entera constataba la inercia
de la España caduca sesgada y sometida.
Yo fui uno más, quizá atemorizado
hijo burgués de familia católica
al que dijeron que los hombres son iguales,
la dignidad humana la mas alta,
la inteligencia y la cultura los valores,
el amor, la esperanza: las premisas del mundo
y que creyó firmemente aquel mensaje.
Romántico? De sobra, por fortuna.
Pero acusadme solo de haber sido estudiante
en los últimos años del franquismo.

Sensibles como poetas a los vientos del pueblo
que llevan y que arrastran
Empezamos a oir que era Mayo en París;
que en el puente de Carlos tenía Praga
un horrísono estruendo de cadenas de carros
de combate aplastando amapolas;
y en el cañón de los fusiles portugueses
brotaban los claveles como anuncios
de libertad bella y apasionada.

Profesiones de fé cantares emotivos
que hablaban de no vender el alma
jamas, aunque fuese mas fácil,
encontrar en el mar las rosas anheladas.
Éramos estudiantes, de vocación traperos,
tal vez titiriteros, como Serrat algo poetas,
dispuestos a tirar tu por aquí yo por alla,
y hacer caer la estaca y podernos liberar.

Y el poeta fue él, bajando estrellas rojas
al firmamento negro de la boina
y del pelo crecido de heróico gruerrillero
y a un diario escrito allá en la sierra alta
de Bolivia, allí y aquí dejándonos su clara
su entrañable presencia, comandante,
hasta la victoria siempre, comandante.

Y eran simples y hermosas las máximas
del presidente Mao en el librito rojo
pasado en la frontera escondido en la ropa

Por la curva del “edificio B” a Filosofía
bajan los “zetas” infestados de “grises”
David multiplicado, la trenca y la bufanda
larga y negra con la franja azul claro
desde escasos tres metros lanza eficaz la piedra
directa al parabrisas del Goliat metálico.
Por la curva del “edificio B” en Filosofía
aguantando a pié firme, inamovibles
con la piedra en la mano
el galope veloz de los caballos
aquellas porras largas de temor y de saña.

Esparcidos por tierra los apuntes, los libros
de Anatomía, de Poesía, de Historia
Latín, Filosofía; derribados por tierra
los libros de Aranguren o de Herbert Marcuse.
Desalojábamos las asambleas, los cantos,
las cajas rasgueadas de las viejas guitarras
inquiriendo respuestas que aun flotaban al viento.
Roja la propia sangre, la de los compañeros
también ensangrentados cuando las gruesas puertas
de cristal del hall se desplomaron
por la presión y el miedo reducidas a añicos.
A la carrera; detrás el terror cierto
de los grises, los golpes y las detenciones;
salvando terraplenes de inexplicables saltos
como teniendo alas allá en la Complutense.

Y las porras cebándose por un mísero sueldo
de los esbirros ciegos , los perros del sistema
siempre los perros , de gris, azul o sepia.
Sin importarles cual, los perros del sistema.
Antes Julian Grimau, despues tú Enrique Ruano:
el día que la político social subió a tu casa
tenías previsto casualmente el suicidio.
Volaban también por las alturas los obreros
de Standard Eléctrica y Marconi
muertos por disparos efectuados al aire.

Del abrigo de Pedro Sanchez, amigo y compañero
surgieron los panfletos contra Nixon
donde paraba “el F “ en Reina Victoria.
Le detuvieron los “sociales”, sabeis lo que era eso?
De la melena rubia le agarraban para tumbarle al suelo
en Sol, la D.G.S., y entre una y otra patada
alguno le decía: “tu madre es una puta, ayer me la he tirado”

No os exagero nada. Aunque cuento tan solo
personales y pequeñas anecdotas.
Quizá por pocos años no vivisteis aquello.
La experiencia consciente de la época
todavía cercana que hoy vuelve a la memoria
en los que era arriesgado charlar sobre política,
y el acorazado Potemkim atracaba en un piso
escondido en un proyector de dieciseis milímetros.

Fue el tiempo de la fé, la fé en el hombre
La justicia social, la igualdad y el progreso
La paz entre los pueblos, el tiempo del espíritu,
que late aun como rescoldo vivo
en la memoria, el corazón, y el sueño.

Quién hubiese siquiera sospechado
tras las banderas tan brevemente enarboladas
este otro tiempo de regresión oscura
a la prebenda, la clase, el privilegio;
este tiempo terrible de opresión y de guerra,
de genocidio , de tortura en masa,
la despiadada “razzia”, desatada y salvaje,
el saqueo voraz, furor capitalista ,
la prepotencia cínica de los poderosos
de los depredadores campeando a sus anchas,
la revancha falaz, reaccionaria de la derecha infame.

Y aunque ni el mismo Esquilo dé fé como testigo
no muere aun la ciudad arrasada;
caida Atenas pero vivos sus hombres,
palpitante en el alma aun el proyecto
irrealizado de solidaridad y de justicia.
Sensibles como poetas a los vientos del pueblo,
el rostro al viento, los ojos, las manos, el corazón
al viento de juventud, sincero, ilusionado,
como sangre renovada de la historia del mundo

Todavía son rojas nuestras rosas
son rojas nuestras venas, nuestra sangre
encendida, son rojos nuestros sueños.
Para poder pisar las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada
Y resistir otra vez este taimado asalto,
calado el casco y en la mano el arma,
como Allende lo hizo en la Moneda.

Y si levanto el puño cuando entono
aquellas viejas canciones de combate,
profeso la poesía y la esperanza,
rechazo el desencanto que os hace estar de vuelta,
el pragmatismo que ha roto vuestros sueños;
y aun siendo mas ingenuo cada día,
para escribir los versos que son mas necesarios
me queda la memoria aun incorrupta
y la impronta en el alma
de aquella juventud generosa y rebelde,
ya nunca derrotada.

Alfredo Piquer.
(Escrito bajo el gobierno Aznar)