martes, junio 19, 2007

By this river

Un clásico, para tanto Silencio que nos rodea...


Here we are Stuck by this river,
You and I
Underneath a sky that's ever falling down, down, down
Ever falling down.
Through the day
As if on an ocean
Waiting here,
Always failing to remember why we came, came, came:
I wonder why we came.
You talk to me as if from a distance
And I reply With impressions chosen from another time, time, time,
From another time.



http://www.youtube.com/watch?v=w2WURHY3D4A

jueves, junio 07, 2007

Teatro, por A. PIQUER

TEATRO.-

I.-
Luchino Visconti, el director de escenografía operística italiano no duda en expresar su admiración por “La Divina” María Callas, después de haberla dirigido en repetidas ocasiones, alguna de las cuales no ha sido ajena a los temas del teatro clásico: La Vestale, de Spontini, en el 54, Ifigenia en Tauride, de Gluck, en el 57; amén de otras: “Sonámbula”, “Traviata”, “Ana Bolena” Y sin embargo, le hubiese gustado dirigirla en Medea, interpretada ya varias veces en Florencia, en la Scala, en otros escenarios . Empeñado en mejorar su gesto y su presencia escénica, la cantante ha seguido casi siempre sus consejos pero algo no ha funcionado a la larga entre el escenógrafo y la “Prima Donna”. Algo en parte rebelde en la actitud y los ojos profundos y afilados de la diva, algo oscuro en su voz.María Ana Sofía Cecilia Kalageropoulos, María Callas, canta hoy en el teatro de la Scala de Milán, Medea, de Luigi Cherubini bajo la dirección de Tulio Serafín, su actual y entrañable director de escena, junto a Miriam Pirazzini y Renata Scotto. Corre 1957; no es la primera vez que interpreta la ópera y no será la última.Maria Callas , como siempre magnética, su voz audaz, arriesgadísima, incluso, solo en apariencia, fuera de control. Exigiendo un salto cualitativo en el oyente para intentar seguirla y situarse cerca de la altura donde llega. Y una vez alcanzado el lugar privilegiado comprobar la imposibilidad de retorno. Tal vez a partir de ese momento todas las demas voces de otras sopranos parecerán pálidas, roto el molde de lo que tradicionalmente pueda significar el término “Bel Canto”. Lograda la belleza de una unión perfecta entre el texto y la música, el intento dramático cuajado finalmente en la verdad de una emoción creible sentida interiormente.Una estela de sombra nubla la mirada de María y aun manteniendo el timbre de las notas, su voz adquiere resonancias desatadas y antiguas. No es el público solo el que cree firmemente que es Medea, sentenciando su némesis terrible contra Jasón, Glauce y Creonte: - “ A morte l`essecrato autor del mio tormento! “ - , es también ella misma quién lo cree. Ya no es ella, enajenada su presencia mórbida, inmóvil sobre las tablas de la escena, sin mirar al director de orquesta, cantando con furor extraño, como si el personaje se hubiese adueñado totalmente de su voz, de su lento y meditado movimiento . Sus dedos se cierran en torno a la empuñadura de la teatral espada, pero sus propias uñas hacen presa en su palma y no se advierte que el rojo de la sangre ficticia de la espada es real en su mano finalmente apoyada en el fuste veteado y negro de la marmórea columna.



II.-
Sobre la placa de mármol, Alphonse Mucha, que con dibujo, potente, compositivo y definido, está marcando pautas en el estilo decorativo en boga, el llamado arte nuevo, bate la espátula con rapidez y con pericia aproximando progresivamente el color de la tinta que deberá utilizar sobre la piedra litográfica al tono requerido para el fondo del cartel anunciador de Sarah Bernhardt. Un rojo intenso, se diría casi específicamente sangriento, se extiende ya sobre la bateria de rodillos de entintado. Y la prensa tracciona a buen ritmo la piedra que imprime este color final rematando el cartel de formato alargado, logrado el cromatismo crepúscular, rojo y sombrío, tras la figura alucinada y pálida de la protagonista, Medea, la cabeza rodeada de atributos solares, mientras un velo violeta y funeral esconde parcialmente su rostro, el brazalete metálico alargado en torno a su antebrazo izquierdo con forma de serpiente cuya cabeza, presta a la venenosa mordedura, se apoya sobre el dorso de la mano de la sacerdotisa y la afilada espada ya cubierta de sangre, apunta hacia los cuerpos de los hijos muertos, tendidos a sus pies. Mucha vuelve a la imagen de su modelo Sarah Bernhardt con quién ha firmado un acuerdo para realizar durante 6 años los carteles y la publicidad de sus representaciones teatrales.Sara Bernhardt, ya desligada de la Comedie Francaise, entronizada como primera actriz en la compañía del Teatro Odeón de Paris por su director Duquesnel al que cuenta ahora entre sus admiradores mas fervientes y rendidos. Entregada a la tarea dramática intensa y profesional de todo el grupo que trabaja con ella en el Odeón, con una larga lista ya de obras teatrales en su haber… los autores contemporáneos, Alejandro Dumas, Victor Hugo y también los clásicos : Moliére, Racine, y ahora Corneille, su personaje de Medea , vengativa y terrible , con la que siente afinidad inexplicable, que torna su registro expresivo, su voz sublime, dos octavas por las que se desliza habitualmente con fluidez y con soltura totales, en una tesitura de resonancia lúgubre, que le lleva involuntariamente hacia zonas ignotas de su experiencia escénica.Sara Bernhardt se sienta casi en la embocadura de la escena ante el decorado, como si verdaderamente el peso terrible del doble asesinato cometido le pesara insoportablemente. El largo peplo blanco se desata bajo su pecho. El cabello despèinado y revuelto, las dos manos crispadas y tensas sobre su rodilla derecha sostienen aun la espada ensangrentada, teñida de rojo con un tinte oscuro y líquido que esta vez el atrezzo ha sabido hacer mas verosimil que otras.. Y fija su mirada perdida mas alla del fondo del aforo del Odeón. Desde la concha resulta cada vez mas audible la voz del consternado apuntador perplejo ante el silencio prolongado de la actriz que debería ya continuar sus frases y permanece sin embargo silenciosa e inmóvil con un extraño y trágico semblante y la mirada hundida en la palidez cruel y enajenada de su rostro. - “Je serre dans mes mains la glaive qui a dejá frappé mes enfants!” - La misma espada empuñada con denodada furia por los Parisinos en el tiempo de la Revolución de la Comuna. El tiempo del odio y de la guerra…



III.-
En medio de los años de guerra con los Persas, obstinados en el ataque a las polis griegas, incluso tras su derrota en Maratón y tal vez en el momento de su derrota en Salamina, Eurípides aún se reúne con algunos amigos, teniendo la ocasión de salir ocasionalmente de la apartada gruta donde vive, donde escribe, para escuchar la sosegada pero aplastante lógica de los que otros mas tarde llamarán sofistas. Para cambiar ideas y opiniones, mucho mas allá de lo socialmente aceptado, de lo oficialmente establecido. Para charlar con Sócrates, para oir a Protágoras diciendo en su discurso “Acerca de los dioses” no poder saber de su existencia o no, habiendo sobre este y cualquier otro asunto dos discursos opuestos, uno a favor y otro en contra y haciéndose en este tema del discurso mas débil el mas fuerte. Para seguir con interés creciente la opinión de Anaxágoras, atento a los fenómenos celestes, sobre el Sol, la Tierra y los planetas, de Hipócrates sobre la naturaleza de la fisiología humana y la ética de su valoración y tratamiento, cuando la sociedad no duda ni por un instante de los dioses y los mitos homéricos.Los dioses, que justifican y explican convenientemente un furor que es solamente humano, una pasión que cede a los instintos primarios, más oscuros, potentes y desatados, sin posibilidad de freno, los temas que en su punto de vista, deberían tener algún día otro análisis: los mitos; la condición de las mujeres, Hécuba, Andrómaca, Medea. Medea… la mujer que se subleva contra lo que es objetivo sometimiento a la arbitrariedad y dominio del varón. Medea hija de Hécate, nieta del Sol, hermana de la propia Circe, la que retuvo con su magia a Ulises; Medea, asimismo hechicera, presa del amor por Jasón, jefe de la expedición de los Argonautas a la Cólquida, donde le ayuda a conseguir el Vellocino de Oro, sin reparar en medios hasta el asesinato. Que regresa con el héroe a Corinto, creyéndose su esposa, y donde sufre su traición fría y calculada cuando éste la rechaza para casarse con Glauce, hija de Creonte, quién ademas decreta su destierro. Medea, que planea y ejecuta, ante el agravio insoportable, una venganza salvaje, desmedida, absoluta.Medea, desgarrada por un odio sobrehumano, que mantiene una pugna fatal consigo misma intentando suplicar a su interno deseo de venganza, el perdón para sus propios hijos y sucumbe a su proyecto asesino, mucho mas fuerte su pasión desbordada que su amor materno, pretextando que otros, con menos piedad que la que ella como madre siente, puedan ejecutar mas tarde la sentencia horrible,y porque ella que les dio la vida, tiene tambien derecho a arrebatársela…Desdichada mujer! Cúmulo de tristeza, llevada por un dios hacia este intransitable oleaje de desgracia! Y madre desdichada, dispuesta a asesinar a los hijos habidos de un esposo traidor, funesto y humillante. Medea, trastornada de horror, que acuchilla breve y eficazmente. Erguida sobre un túmulo de soledad y espanto. Advirtiendo quizá que la piedad impregna previamente a la sangre, la punta de la espada que gotea de rojo sobre los cuerpos de los hijos tendidos en la tierra.
IV.-
La pluma con el que el autor griego traza sobre el alisado rollo vegetal quiebra su punta dejando un rastro rojo de tinta que interrumpe de súbito la cuidada escritura. E incluso él mismo, que hará huir a su protagonista, tras su crimen odioso, en un carro celeste de serpientes aladas, como fín de su drama, parece finalmente refugiarse en el mito, intentando apartarse de un final tan oscuro y absurdo, sin sentido ninguno ante medida de dolor y locura tan altos e insufribles , de un final mas real, mas vérídico, no ya para Medea y los seres que odia, sino tambien para todos los hombres, como la propia muerte. Cuando el coro ha callado y el telón cae definitivamente sobre los personajes y la embocadura del teatro.




Alfredo Piquer. 25 Septiembre 2002.

miércoles, junio 06, 2007

CRISTAL OSCURO

En otro mundo, en otro tiempo, en la era de la maravilla, hace mil años, esta tierra era verde y era buena. Hasta que se quebró el Cristal, y un trozo se perdió: un fragmento del Cristal. Así empezó la profecía y aparecieron dos nuevas razas: los crueles Skekses y los apacibles Místicos…
Los Skekses exterminaron a todos los Gelflings... Menos a uno. Jen, el último de los Gelflings, fue adoptado por los Místicos, quienes le enseñaron toda su sabiduría, dándole pie a salvar el mundo, tras ver que la gran conjunción de soles está cerca... De esta manera los Skekses y los Místicos volverían a unirse en un solo ser y se restablecerá el orden.
Con este argumento entre la épica y el cuento, se esconde una intrincada y complicada historia donde las metáforas a través de la imagen cinematográfica son múltiples. Jim Henson construye un genial relato fantástico, en un momento en que la necesidad de construír otros mundos y/o descubrirlos, con la esperanza de que fueran mejores, estaba al orden del día en la creación artística y el cine.
Los años ochenta. Y así marcó mi infancia esta maravillosa y poco conocida película en la que Jim Henson y Franz Oz se unen para dirigir un bellísimo guión de David Odel y el mismo Jim Henson, lleno de lecciones éticas.
Las marionetas son bellísimas, consigue una acertada simbiosis entre el mundo animal y los humanos en unos seres que han influido en la representación de las criaturas fantásticas en el arte, el cómic y el cine durante mucho tiempo.
Las escenografías crean una sensación de realidad que no deja de ser adecuada a las marionetas. Plantas y árboles imaginarios, cielos, soles imaginarios, un mundo virgen lleno de silencios donde la Naturaleza enseña en sus detalles una trama y otra lección ética paralelas.
El mundo de los Místicos, entre la leyenda celta y el misterio extraterrestre. Expresados en el silencio y en la fuerza de la unión a través de las armonías musicales de sus voces. Expresados a través de la artesanía y en la belleza de los rostros y manos sabias.
Los crueles Skekses, que rozan lo grotesco y lo jocoso, despojados de sus ropajes , de su parafernalia, quedan en burdos, huesudos y desagradables amasijos de pájaros, insectos, ratas…, los gestos les delatan. La avaricia, la envidia, la falsedad del agasajo a los superiores.
Con una música épica que nos regala Trevor Jones, autor de hitos como Dentro del Laberinto y en otra línea El último mohicano. Una música que acompaña perfectamente el sentido del relato. Y que emplaza el mundo del Cristal Oscuro en la más cercana de las lejanías, en la más concreta de las abstracciones, en el alma del espectador por las tierras áridas de los Místicos y en los oscuros recovecos de las cuevas de los Skekses.
La trama es limpia, en su forma y contenido...y el final consecuente es que los contrarios se unen en el Equilibrio inicial.


Tengo entendido que se está realizando una segunda parte, The Power of the Dark Crystal, (2008), después de muchos años de ignorar esta obra de arte. No creo que los efectos del 3D que vayan a utilizar los creadores gráficos superen El único Cristal Oscuro. No hay mayor veracidad gestual y sentimiento que en las marionetas de Jim y Kira y en los pequeños esclavitos de los Skekses. Veremos con cierta ilusión y también cierto escepticismo y reticencia esta continuación sin sentido de un film único en su estilo, en su historia, un cuento cerrado y al que se pueden sacar mil ramificaciones filosóficas pero no derivaciones o continuaciones discursivas.